Cinco destinos enoturísticos emergentes
BRUSELAS, 22 de septiembre – Cuando se trata de turismo vinícola, ciertos destinos vienen a la mente de inmediato: de Francia Valle del Ródano, Yarra Valley de Australia, Napa Valley de California. Pero los grandes vinos también se hacen donde se puede esperar menos de ellos. Aquí están cinco destinos inesperados, en la producción de vino, muchos de los cuales ya son populares entre los turistas por otras razones.
Bélgica
Conocido en el extranjero por sus cervezas artesanales, la nación europea también produce vinos de calidad. Los viñedos del país cubren una superficie total de 370 hectáreas distribuidos principalmente entre Wallonia y Flandes, y son propiedad de alrededor de 90 productores de vino, la mayoría de los cuales son de Flandes. Bélgica produce alrededor de 500.000 botellas de vino al año utilizando hasta 34 variedades de uva diferentes, incluyendo Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Grigio.
Los tintos representan sólo el 20 por ciento de la producción total del país, y la producción de vino blanco se compone aproximadamente de la mitad de vinos tranquilos y la mitad de vinos espumosos. Para identificar un espumoso belga, busque en la etiqueta “Vlaamse Mousserende Kwaliteitswijn”.
Un recorrido por la región vinícola de Bélgica podría comenzar con un viaje a Genoels-Elderen, la mayor bodega del país, que tiene una extensión de unas 54 hectáreas.
Líbano
Italia, España y Francia no son los únicos países del Mediterráneo con una larga y rica tradición vinícola. De hecho, se piensa que la tierra de los cedros es uno de los centros de producción de vino más antiguos del planeta. Los turistas encontrarán varios viñedos pintorescos de la planicie de Bekaa hacia el este, cerca de las fronteras con Siria e Israel. En los últimos años, los productores de la región han estado ocupados en restaurar la sus viñedos, afectados por diversos conflictos en la zona.
La influencia francesa en la elaboración del vino, en particular de la región de Burdeos, se siente claramente entre los productores del Líbano, con un enfoque en el crecimiento de uvas tales como: Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc, Syrah, Garnacha, Monastrell y Cinsault. El país también cuenta con sus variedades autóctonas, como Obeideh y Merwah, que están comenzando lentamente a hacer su reaparición.
Los recién iniciados en el vino libanés pueden empezar por conocer Château Ksara, la bodega más antigua del Líbano, que fue fundada por los jesuitas en 1857. Sus 6.670 hectáreas de viñedos disfrutan de cerca de 300 días de sol al año y temperaturas relativamente estables gracias a la cercanía con el mar.
Etiopía
Conocido internacionalmente, alguna vez, como el lugar de la devastadora hambruna y otros desastres humanitarios, Etiopía ha adquirido desde entonces una imagen diferente en el extranjero gracias a su rica gastronomía y su cultura. Ahora los vinos del país también están haciendo su camino en todo el mundo.
Puede percibirse como una sorpresa, pero ciertas uvas realmente prosperan en el clima árido de África Occidental. El suelo es de arena y la temporada de lluvias es corta, por lo menos en el lugar elegido por la empresa de vino francés, Grupo Castel, para su primera bodega de producción en el país, en Ziway.
El viñedo, relativamente nuevo, lanzará al mercado sus primeros vinos de este año, principalmente para clientes en el extranjero. Alrededor de 1,2 millones de botellas se producen y se venden bajo dos marcas diferentes: la línea del Valle del Rift de variedades tintas y blancas (Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah, Chardonnay) y la Acacia, la cual se hace con una “blend” (mezcla) de uvas.
Tailandia
El arroz no es el único producto cultivado en la tierra de las sonrisas. La región noreste de Tailandia, Loei, los productores deben hacer frente a un clima volátil y muy lluvioso. Pero el sitio también tiene sus ventajas para los productores de uva, mucho sol y veranos cálidos.
También encontramos viñedos en las regiones al este de Bangkok y en el delta del Chao Phraya.
Las variedades cultivadas son Syrah y Chenin Blanc, así como uvas autóctonas Málaga y Pokdum. Un acercamiento a los vinos de Tailandia podría comenzar en el Château de Loei, que plantó sus primeras vides en 1991 en el noreste de Tailandia a 2000 pies sobre el nivel del mar.
Japón
Mientras que el whisky y sake japonés son muy conocidos entre los conocedores de bebidas espirituosas, pocos enófilos saben que la tierra del sol naciente también produce vinos al estilo occidental. Alrededor de 1.850, los productores japoneses comenzaron a desarrollar métodos de cultivo para hacer frente a las condiciones climáticas locales en la región de Yamanashi, a los pies del famoso monte Fuji. Aquí, el clima es cálido y los veranos son húmedos. Al igual que sus homólogos franceses, los productores japoneses a menudo se enfrentan a problemas de hongos debido al exceso de lluvia, que puede hacer a las vides susceptibles a enfermedades. La cantidad moderada de luz solar que recibe la zona, hace que las uvas no sean demasiado dulces y producen vinos con menor contenido alcohólico.
Hay alrededor de 56.800 hectáreas de viñedos, pero sólo el 8 por ciento de ellos se dedican a la producción de vino. Entre las variedades de uva locales de Japón está Koshu, una gran uva tinta que se utiliza para hacer vinos blancos que se emparejan muy bien con la cocina asiática, en especial con platos dulces. Productores japoneses también hacen vinos tintos gracias a la Muscat Bailey otra variedad local.
Fuente: www.themalaymailonline.com/AFP
Traducción libre: Club Amantes del Vino