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El sector vitivinícola de Israel está evolucionando

Siendo la vid uno de los cultivos más antiguos que existen en nuestra planeta se considera evidente su mención en los primeros testimonios escritos y también en las historias bíblicas. Esta fruta y el vino aparecen en jeroglíficos grabados y en pinturas de templos egipcios que datan de más de cuatro mil años y también es notoria su presencia en la Sagrada Escritura donde atestiguan su significado simbólico que permite “al pueblo judío expresar las relaciones con un Dios trascendente que Israel reencuentra a todo lo largo de su historia”. Fue esta cultura clásica hebrea que ha tenido su influencia en la mitología cristiana, en particular cuando Jesús convierte milagrosamente el agua en vino cuyo acto simboliza la eterna alianza entre él y el hombre.

Así que las tradiciones relativas a la vitivinicultura del pueblo israelí se remontan a muchísimo tiempo atrás, durante el cual la uva y sus derivados no solo han cumplido una función importante en el ritual religioso, sino también eran parte habitual de la dieta cotidiana de la población local. El vino procedente de ahí también era popular entre los griegos y romanos, que habían sacado ventaja de que las mercancías de estas tierras destinadas a la venta en el exterior contaban con fácil acceso a transporte por mar. (Hace poco se ha publicado la noticia que en un jardín de eventos en el sur del país, en los alrededores de Hamei Yoav, se habían encontrado un hallazgo arqueológico del período bizantino importante: la mayor prensa de vino descubierta en Israel hasta ahora que data de hace aproximadamente un milenio y medio y que podría haber servido como instalación clave en la producción dirigida a la exportación.)

Aunque la elaboración de vino en los territorios del Estado de Israel tenga tanta historia, el inicio del proceso del desarrollo de la vitivinicultura contemporánea se data en un siglo y medio atrás cuando por parte de la diáspora judía retornada ha aumentado la exigencia de calidad mejor de los vinos propios. Se le considera como uno de los pioneros del vino moderno israelí al Barón Edmond Benjamin de Rothschild (1845-1934) quien ha puesto en marcha los asentamientos (Eretz Israel) y se ha encargado de la gran hazaña de plantar viñedos en suelo y bajo clima únicos utilizando variedades francesas. Al darse cuenta del buen resultado, en 1890 él ha decidido fundar su primera bodega y dos años más tarde sus primeras botellas han sido lanzadas al mercado local y posteriormente han sido reconocidas en el extranjero también.

Sin embargo, la gran mayoría de los vinos producidos en tierras del pueblo judío en aquel entonces y durante largos decenios posteriores se ha caracterizado más bien por teniendo un perfil rústico con dominancia de dulzor y fue solo en el último cuarto del siglo pasado cuando esta industria ha empezado a recuperar el legado histórico aprovechando las experiencias sustanciales del desarrollo agrícola en regiones áridas. Los logros de sus productores más destacados ya ponen en obvia evidencia que la dedicación y el profesionalismo se pueden sobreponer a las adversidades de las condiciones geográficas y climatológicas del país.

Actualmente, en Israel la superficie total de viñedos es de unas 5,5 mil hectáreas y a partir de las uvas cosechadas (2012: 52,8 mil toneladas) para vinificación se elabora anualmente alrededor de 275 mil hectolitros de vino. Las principales plantaciones están situadas en las regiones de Galilea, Samaria, Sansón, Montañas de Judea y Négev. Teniendo una ubicación en la orilla sur oriental del Mar Mediterráneo con típicas llanuras costeras y montes a su espalda, la vid crece en varios tipos de suelo como volcánico, arcilloso, arenoso y de color rojo (terra rossa).

En este país (territorio: 20.770 km², población: 7,7 millón) las características climáticas son de veranos prolongados con calor seco e inviernos cortos con humedad. Debido a estas condiciones, la maduración de la vid es bastante acelerada en cuya consecuencia la uva puede tener niveles de acidez desequilibrada y no se logra fácilmente su complejidad aromática. De ahí la importancia del trabajo minucioso que se requiere en los viñedos para obtener el mejor resultado posible. Al no tener variedades autóctonas, Israel cultiva mayoritariamente solo aquellas que tienen su origen en Francia. (Representación de ellas en la producción total: Cabernet Sauvignon 21%, Carignan 15%, Merlot 14%, Shiraz 8%, Colombard 5%.) Las antiguas plantaciones se vendimian manualmente pero en aquellas establecidas más recientemente se realiza cosecha mecanizada.

La vitivinicultura israelí ha tomado un nuevo rumbo hacia la modernización cuando en 1972 un enólogo (Prof. C. Ough) de la Universidad de California (Davis) afirmara que la zona de los Altos del Golán, que domina la llanura inferior que rodea el Mar de Galilea, sería el lugar más adecuado para producir vinos de excelente calidad gracias a las diferencias de altitud y orientación. Así que la renovación del cultivo de la vid se ha basado en esta asesoría, cuyas enseñanzas han sido puestas en práctica cuatro años más tarde, en lo que respecta al sistema de conducción de la planta que interviene sobre los factores de tipicidad y calidad del vino, y también a la mayor regularidad del régimen hídrico del viñedo. Para hacer el mejor uso de estas uvas de calidad mejorada se ha construido bodegas que albergan el equipamiento más moderno de elaboración del vino como la Golan Heights, ubicada en el pueblito de Katzrin cerca de las colinas de Galilea Oriental. En 2012 el premio “Bodega del Nuevo Mundo del Año” de la revista Wine Spectator fue para ésta que ha entrado en funcionamiento en 1983 y hoy día exporta un 40% de su producción anual de unas 5 millones de botellas (con el certificado de “kosher” que en el idioma yidish significa “puro” y es el término con el que se designa los productos alimenticios elaborados según los requisitos de la religión judía).

En el caso del vino ritualmente apto, esto implica que todo el proceso del cultivo (cosecha, elaboración, crianza y embotellado) debe ser supervisado por un rabino. Entre las condiciones están prescritas, por ejemplo, que el viñedo tiene que tener una edad mínima de cuatro años y cada siete años el suelo debe reposar. La vendimia tiene que ser manual, cuidadosamente seleccionando las bayas bien maduras y sanas. Para la elaboración del vino solo se puede usar maquinaria e instrumentos limpiados bajo la vigilancia de una persona debidamente autorizada. Las botellas deben ser nuevas y también de fabricación supervisada. La aptitud del vino la determina un certificado que es otorgado como garantía de la conformidad del producto a las normas establecidas en los libros sagrados.

En Israel funcionan unas 300 bodegas, tanto a escala industrial grande y mediana como artesanal, pero la participación de 5 de ellas (Carmel, Barkan-Segal, Golan Heights, Biniamiya, Teperberg 1870) alcanza las tres cuartas partes de la producción total.

La más grande es la Carmel que ha sido fundada en 1882 por el Barón Edmon de Rotchild, filántropo sionista, y hoy día tiene 1.400 hectáreas de viñedo repartidas en diferentes lugares entre las zonas montañosas de Galilea Alta hasta los terrenos desérticos de Négev. La empresa gestiona las dos viñas más grandes del país (en Rishon Le’ Zion y en Zichron Ya’Acov) y tiene otras dos más pequeñas del tipo boutique con instalaciones avanzadas (Kayoumi y Yatir). La producción anual es de unas 10 millones de botellas de diferentes categorías de vinos elaborados a partir de una docena de variedades (entre ellas Cabernet Sauvignon, Merlot, Shiraz, Carignan, Sauvignon Blanc, Chardonnay, Viogner y Riesling). Los dos íconos son el Carmel Limited Edition (Cabernet Sauvignon, Petit Verdot, Merlot, Malbec y Cabernet Franc – originarias de Galilea Alta) y Carmel Mediterranean (Carignan, Shiraz, Petit Verdot, Petite Syrah y Viognier – originarias de Galilea Alta, Zichron Ya’Acov, Montañas de Judea y Négev). La bodega produce también espumantes y brandys con etiquetas propias (Private Collection Brut, Selected Sparkling y Carmel 100, Carmel 120).

La primera bodega del país cuyo vino ha obtenido 90 puntos de la Wine Spectator fue Domaine du Castel que ha embotellado el primer propio – una mezcla de Cabernet Sauvignon y Merlot – en 1995 después de haber permanecido 24 meses en barricas nuevas de roble francés. En la nueva edición del famoso “Hugh Johnson’s Pocket Wine Book” ésta es la única de Israel que ha recibido la máxima calificación de 4 estrellas. Hace dos años a su ícono Castel Gran Vin (2003) la Wine Advocate le ha dado 95 puntos.

Los mercados extranjeros más importantes de los vinos de Israel son los Estados Unidos (55%), Francia, Gran Bretaña, Canadá, Polonia y Alemania, y el valor de la exportación es de unos 30 millones de dólares americanos (2012). Tomando en cuenta que la demanda por los vinos kosher está creciendo en todo el mundo porque no sólo la comunidad judía los toma, las perspectivas sobre las exportaciones son alentadoras. (El crecimiento de su valor en 2011 y 2012 fue de 5,5% y 11,9% respectivamente.)

Paralelamente a los éxitos cosechados por los vinos israelíes en concursos internacionales y a la publicación de comentarios favorables a los logros de sus productores, el enoturismo viene tomando fuerza en la mayoría de las regiones del país. Ya son varias las bodegas que ven en el turismo una forma de dar a mejor conocer sus marcas y también de tener fuente de ingresos adicional. Es así que ya se puede recorrer rutas del vino y disfrutar de los servicios de establecimientos enoturísticos integrales. (La tercera edición de la guía “The Wine Route of Israel” ha sido publicada en el año pasado.)

Fotos: ©123RF; israelviaje.com, sheknows.com, tzorawines.com, thetravelersway.co, wineandvinesearch.com

Dr. József Kosárka

10.06.2013

 

Una respuesta a “El sector vitivinícola de Israel está evolucionando”

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