Sería difícil discutir que la región vinícola de Burdeos es la tierra por excelencia de grandes vinos que extraen el máximo potencial de las uvas cultivadas con la sabiduría que dan la experiencia centenaria y la comprometida dedicación de sus productores. La magia de la palabra en francés (Bordeaux) sigue viviendo en plenitud y la gran calidad de sus vinos no se deja a impresionar a los consumidores con paladar refinado.
Esta zona de cultivo de la vid y productora de vinos se sitúa en el sudoeste del país donde el estuario del río Gironde se junta con los del Garonne y del Dordogne y desemboca en el Golfo de Vizcaya. El origen de su nombre se encuentra en las palabras francesas “au bord de l’eau” que quieren decir “a lo largo de las aguas” y su importancia ha empezado a crecer debido también a su ubicación geográfica. Hace largos siglos la localidad de Burdeos llegó a ser un centro de comercio de vinos locales que han sido embarcados principalmente a Inglaterra donde su consumo se ha venido creciendo marcadamente. Se cree que la preferencia de los ingleses por estos vinos se atribuye a que en 1152 la duquesa Leonor de Aquitania contrajo matrimonio – en la Catedral de Saint-Pierre de esta ciudad portuaria – con el conde de Anjou, Enrique II Platagenet, que llegó a ser el rey de Inglaterra y ha impulsado su exportación. (Según los datos archivados, por ejemplo, en 1308 el rey Eduardo II de Inglaterra ha adquirido la cantidad de alrededor de un millón de botellas en ocasión de su boda con Isabel de Francia.)
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